CAJA DE VELOUR, por Darneb Ocse Sade

Me encanta cuando empieza en Otoño, esos días medio grises en que la ciudad parece muerta y hasta que no llegas al sitio donde debes ir, no te das cuenta cuenta de ese contraste entre la oscuridad y la luz.
Esta noche presentaban un nuevo concepto de lujo, varias marcas de bebidas, de ropa y de glamour en general se daban cita en un fantástico palacete del siglo XVIII: buena bebida, diversión y mujeres … ¿Qué más le podías pedir para empezar una noche de miércoles?.
Lo bueno de estas fiestas además es que todo el mundo habla con todo el mundo, hay como una sensación de falsa libertad genial -ahora lo llaman networking- la gente deja caer sus barreras y entablan conversaciones con mucha facilidad.
Había un morena que la encontraba un poco desubicada, no tenía claro si estaba esperando a alguien o simplemente había venido sola, por lo que me armé de una copa de cava extra y me fui hacia ella.
– Señorita el caballero del final de la barra le ofrece una copa de bienvenida.
– Muchas gracias, qué detalle … ¿Y quién es exactamente para poder darle las gracias?.
La miré con una sonrisa y entendió perfectamente que era yo, por lo que su hermosa cara dibujó una sonrisa.
Una vez roto el hielo, no me resultaba muy difícil empezar una conversación … y menos todavía hacerla reír.
Pasamos una velada bastante agradable entre cava y delicatesen, aunque poco a poco la fiesta llegaba a su fin a pesar de ser bastante pronto todavía …
Sara era una mujer muy sensual, no solamente por su físico, su manera de moverse, o su sonrisa pícara. Resultaba muy fácil hablar con ella, y según avanzaba la noche la conversación, que empezó poco mas o menos sobre la lluvia y otras inclemencias climatológicas, se adentraba en temas mucho mas personales, eso sí tratados con mucho humor y sin darle importancia.
Lancé un medio órdago, mejor intentar que lamentar …
– Sara una mujer sensual y guapa como tu seguro que tiene un plan para terminar la noche por lo que me retiraré con humildad para dejarte disfrutar.
Había conseguido arrancarle otra sonrisa …
– Mira que eres modesto… Pues no tengo ningún plan, pero seguro que a ti se te ocurrirá más de uno, ¿verdad?.
– ¡Uy!… imaginación no me falta, pero mis ideas nunca son buenas. Soy malo malísimo, y una chica buena como tú podría llegar a asustarse, y no queremos que eso pase … ¿verdad?

Creo que definitivamente me había pasado, su cara se puso bastante seria, y se tomó su tiempo en contestar, me temo que mi descaro provocaría un triste final …

– Mi querido nuevo amigo, es usted un descarado, pero, ¿quién le dice que a mi me disgusta eso?- dijo esbozando de nuevo una sonrisa – lo mismo incluso soy yo más descarada que usted …
¿Me estaba retando?… ¿A mí ?. Eso la hacía aun mas tentadora si cabe ….
– Vale, Señorita descarada, nos vamos a tomar una copa y veremos quién es más descarado, ¿te parece?.
Sara, con una sonrisa pícara, me dejó entender que sí. Nos terminamos la copa de cava y fuimos a por los abrigos… en breve veríamos lo descarada que era.
No se si finalmente llegaríamos a algo más que unas buenas risas, pero desde luego el local al que nos dirigíamos no la dejaría indiferente: a primera vista parece un bar bastante normal, pero si pasas más allá de la barra te das cuenta que es un local mucho completo en cuanto a su oferta …
La ventaja de la lluvia y de llevar paraguas, es que no tienes que dar muchas excusas para tomar por la cintura a una mujer, aunque a estas alturas de la noche nuestros cuerpos se habían rozado ya varias veces,y rechazo,desde luego, no era la palabra. Aunque era temprano no había muchos taxis esperándonos. Durante la espera aproveché para dejar que mi descaro fuera mas latente, me giré hacia Sara y mis labios invadieron los suyos con suavidad y lujuria, fue un beso robado, sabroso y finalmente mucho más que consentido.
Durante el trayecto en el taxi, nuestros cuerpos y nuestros labios se buscaron y se encontraron …podía notar como su corazón se aceleraba …así como el mio.
Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos delante de la puerta del local.
Sara me susurró al oído:
– ¿Estás seguro que quieres ir a tomar algo y no prefieres algo mas íntimo?.
La besé con firmeza y tome su oído entre mis labios …
– Ya te dije que imaginación no me faltaba. Intimidad tendremos la que queramos tener …

El local no tenia ningún tipo de rótulo, era muy discreto, llamabas y te abrían. Era oscuro sin ser tétrico. Al atravesar su puerta podías percibir que no era un sitio corriente, por su decoración, por la gente que veías, en definitiva,  por la atmósfera que habían conseguido crear tanto el local como por la gente que lo habitaba.

Sara se quedo cautivada por esa atmósfera, era sensual y algo pervertida, se respiraba vicio. Hasta la chica del guardarropa tenía su no se qué, todos los detalles estaban muy cuidados.
Nos apoyamos en la barra y la rodeé con mi brazo mientras le susurraba al oído :
– Sara si decides dejarte llevar vivirás una experiencia inolvidable…
– Darneb, ¿qué es esto?. ¿Dónde me has traído?.
– Te presento el templo de la lujuria, donde todas tus fantasías se pueden hacer realidad, donde lo prohibido es lo vivido. Donde podrás ser tu misma sin ser juzgada …
Notaba como Sara estaba algo nerviosa, estamos en un local de intercambios y algo más, pero no era el típico sitio sórdido. Era glamouroso, sofisticado y cargado de detalles.
La camarera se acercó a nosotros, vestida de ropa interior digna de cualquier diva, y una sonrisa iluminando su rostro.
– Buenas noches. ¿Desean tomar aquí la copa, o prefieren en alguno de nuestros reservados?.
– Mejor pasaremos a un reservado.  Podría traernos, además de la carta un Set de Velour, por favor.
Sara se dio cuenta que no era mi primera vez en el local y me echó una mirada mucho más que pícara, se la devolví mientras la tomé por la cintura para dirigirnos al reservado. Nuestra camarera nos abría el camino por el pasillo, a ambos lados había cortinas que salvaguardaban los cuerpos que allí jugaban a juegos más o menos prohibidos Algunos gemidos y lamentos se escapaban de entre la tela, convirtiendo en aún más sensual ese paseo por medio de la lujuria.
Al final del pasillo había una puerta que abría a otro mundo, era una sala grande con un recibidor en medio rodeado de reservados con rejas por fuera que se podían cubrir con cortinas desde su interior.
Una de esas era para nosotros, podías tener intimidad o no,  según quisieras …
Nuestra camarera nos indicó cual era y nos dijo que volvería con nuestras copas, y me señaló que el Velour estaba en la caja sobre la cama.
La cara de Sara era un poema, sus mejillas estaban encendidas, su mirada recorría el lugar casi sin descanso. Podía notar como su cuerpo reaccionaba involuntariamente al decorado, podía notar su exitación y su temor.
Cerré la verja detrás de mi, corrí las cortinas y la rodeé con mis brazos acercando mi boca para hablarle con cariño y suavidad.
– Sara aquí solo pasaáa lo que tu quieras que ocurra….
Mis labios sellaron los suyos para no dejarla ni contestar, podía notar como su cuerpo temblaba levemente, y eso despertaba aún más mis peores instintos.

Abrí la caja de Velour y saqué de ella una venda de seda negra, la miré fijamente a los ojos mientras cubría los suyos , y le decía :

– Así tus sensaciones estarán más a flor de piel y disfrutarás aún más de la velada.
Sus ojos me dijeron que si con una cierta sumisión, y su boca me lo dijo aún más claro cuando la besé después de estar vendada.
Mis manos recorrían su cuerpo acariciándola, sin llegar a ser caricias explicitas. Era más tentar que tocar… sus muslos, sus brazos, su cabeza, sus hombros… Recorrí su cuerpo de arriba a abajo y de abajo a arriba.
– Sara, ¡qué hermosa eres!. Relájate y disfrutarás como nunca.
Mis dedos buscaron la cremallera de su vestido. La bajé sin prisa, admirándola, disfrutándola. Le quité el vestido con extrema suavidad, que se deslizase por su cuerpo, para que su sensación de desnudez fuera más intensa, más morbosa, más provocadora …
No me había equivocado, tenia una ropa interior exquisita,provocativa pero sin ser vulgar, que realzaba aun más su cuerpo y sus formas. Era un placer verla así, casi desnuda, vendada, expuesta y sensual.
Sara se sobresaltó un poco cuando la camarera abrió la verja, pero la tranquilicé diciendo que eran nuestras bebidas, y se quedó más tranquila cuando escuchó como se cerraba.
Me acerqué a ella para darle de beber de su copa. Era una visión muy sensual, como sus labios ciegos buscaban el borde de la copa, como tragaba poco a poco. Tomé la copa de su mano y la acompañé hasta la cama.
Era justo el momento de quitarle el sujetador, aunque me privara en esta posición de ver sus pechos.
Ya disfrutaría de ellos más tarde, no había prisa. La tumbé boca abajo, retiré el pelo de su nuca y lo dejé a un lado. Abrí uno de los aceites de masaje y comencé suavemente por sus hombros, bajando por su espalda, recorriéndola sin prisa, y de vez en cuando mordisqueando su oreja… Notaba como ese efecto frío calor iba dando resultado.
– Sara, parece que si eres un verdadera descarada después de todo. ¿Y esta chica mala, qué quiere hoy para disfrutar?. ¿Te gusta que te miren, verdad?. He escogido este sitio por eso.
Me levanté y fui a abrir las cortinas. Lo hice de un golpe para que escuchara el ruido y no le quedara la menor duda. De hecho,  aún vendada, su cabeza giró como para intentar ver lo que ocurría.
De la caja Velour saqué un fantástico vibrador, y me senté a su lado para poder hablarle y masturbarla a la vez.
Mis manos acariciaban sus muslos, mientras llegaban los primeros curiosos. El vibrador subía y bajaba por sus muslos, acariciando su interior, sin llegar a su sexo, sólo rozaba levemente su tanga que aún conservaba. Dejaba que su temperatura subiera poco a poco.
Me acerqué a ella para decirle :
– Sara ya tienes unos cuantos admiradores, ¿les enseñamos tus encantos?.
Sólo contesto con un suspiro, pero yo buscaba mucho más.
– Mi descarada amiga, dime. ¿ Quieres enseñarles tus intimidades a esos señores, si o no ?
Su voz por fin salió desde lo mas profundo de su deseo.
– Si quiero que me vean, quiero que se exciten, quiero sentir como sus ojos se clavan en mi.
Sus deseos fueron órdenes y mis manos la despojaron de la última prenda que cubría su intimidad.
Las deslicé sin prisa mientras su húmedo sexo aparecía, tan sólo sus zapatos de tacón la vestían. Una vez su tanga salió de entre ellos mi mano levantó su vientre para facilitar la vista a nuestros nuevos amigos.
Qué bella estaba a cuatro patas, con su fantástico culo en pompa mirando hacia sus caras. Su cuerpo tumbado hacia delante, sus pechos colgando y sus pezones duros, su respiración acelerada y su alma liberada de toda atadura terrenal.
Separé las piernas para facilitar su equilibrio y la entrada del vibrador. Jugaba entre su ano y su vagina, esa zona territorio de nadie, como sin decidirse, dejando que sus jugos se multiplicaran, que su deseo creciera y que su lujuria subiera.
Situaba el vibrador en la entrada de su vagina y lo dejaba que se empapara de sus jugos, sin llegar a penetrarla, notando como su corazón se aceleraba, sus pechos se endurecían, como su ano se contraía involuntariamente y escalofríos recorrían su cuerpo. Era una tortura dulce y cruel, que tendría su recompensa más tarde.
– Sara, ¿quieres que vean como te entra el vibrador?.
– Si por favor, métemelo, lo necesito.
– Mi descarada amiga lo necesita. Si es así …
El vibrador se hundió lentamente en su vagina, era divino notar como su espalda se arqueaba a su paso, como su necesidad se convertía en placer.
Una vez dentro le fui dando un poco de ritmo, muy suavemente, sin prisa … sin mucho recorrido, tan solo un balanceo casi inocente. Lo justo para hacer crecer el deseo ….
– Sara, ¿me harías un favor?.
– Si Darneb, dime -atinó a decir.
– Ahora te dejaré que gobiernes el vibrador mientras yo me quito la ropa. Disfruta pero no demasiado
Sin esperar respuesta tome su mano y la llevé hasta el vibrador, la guié durante un par de movimientos y me dispuse a desnudarme.
Mientras me quitaba la ropa la miraba, estaba espléndida así expuesta, masturbándose y espiada por dos parejas y dos chicos, que se tocaban al mismo ritmo que ella lo hacía … era perverso y bello.
Desnudo me senté en la cama, mientras Sara seguía masturbándose suavemente. Le conté que tenia unos espectadores y espectadoras muy metidos en nuestra historia, y le pregunté :
-Sara, dulce Sara … ¿Los dejamos pasar a nuestra jaula?. Lo mismo te apetece que alguno se una, y me ayuden.
Sara sólo suspiraba, no conseguía hablar.
Di sus suspiros como si, y los deje pasar.
– Sara eres la heroína de la noche, tienes a tu corte junto a ti, venerándote como a una diosa … una diosa perversa del sexo y la lujuria.
Sus suspiros se transformaron en palabras por un momento ….
– Darneb promete una cosa : mi culo no por favor, que nadie me rompa el culo. Prométemelo.
– Sara tus deseos son órdenes, nadie te romperá ese precioso culo tuyo, nadie lo invadirá …
Mis manos recuperaron el control del vibrador, no quería que se corriese todavía, aún quedaba mucho por explorar. Bajé la intensidad de la vibración y el ritmo para que el placer fluyera, pero más lentamente, que recuperara su aliento y así poder hacer crecer su deseo un poco más, aún si cabe.
Silenciosamente invité a los recién llegados a unirse. Sus manos, como si fueran una extensión de las mías comenzaron a recorrer el cuerpo de Sara. Era tan sensual ver como ese ejército de manos la acariciaban, como esos extraños, como poseídos, volcaban toda su ternura sobre el cuerpo desnudo y expuesto de Sara, como buscaban su nuca, sus pezones, sus muslos, sus pies… como esas manos formaban una unidad en tiempo y ritmo, al compás del vibrador, entrando y saliendo de ella.
– Sara estás sublime. Si pudieras ver como te miran y te desean, mi descarada amiga, ¡cómo disfrutarías!.
Retiré el vibrador de su sexo suavemente y me acerque a su oído.
– Ahora que no nos escuchan… Creo que te quieren follar como a una leona. Hay uno guapo y con una buena polla, que sé que te hará disfrutar como una perra, ¿qué hacemos mi pervertida amiga?.
– Darneb, soy toda tuya, si piensas que es por mi bien …
Me levanté de la cama y me dirigí al afortunado. Me lo llevé a un lado, mientras el resto disfrutaban y hacían disfrutar a Sara.
Las manos ayudaron a nuestro amigo. Unas acercando su polla al sexo de Sara, otras posicionándola mejor, otras estimulando su clítoris, otras sus pezones. Eran como una perversa orquesta y yo el director, las manos acompañaron y ayudaron en la penetración. Una vez dentro estimularon a ambos, y a partir de allí eran parte del coito, marcando el ritmo y el compás.
Separaban las nalgas de Sara, acariciaban sus pezones, su espalda, su clítoris. La hacían bascular para ser embestida con mayor suavidad y profundidad, Sara parecía flotar en ese mar de manos que la guiaban al éxtasis,
En medio de ese placentero balanceo me acerqué a ella y le susurre al oído :
– Mi dulce y perversa amiga, es hora de que disfrutes también de la visión.
Con suavidad, retiré la venda de sus ojos, mientras sellaba sus labios con un beso suave y profundo. Poco a poco recuperaba la visión, y sus ojos se llenaron de luz al contemplar en el espejo el reflejo de su desconocido amante cabalgando sobre ella, y todas esas manos indiscretas conduciéndola hacia el clímax. Su cuerpo estaba envuelto por un velo de lujuria y desenfreno, mientras sus ojos se desplazaban del espejo hasta los mios, sumergiéndose en sus vicios y volviendo a llenarse de placer para dejarlo salir por su boca en forma de suspiro. Era tan placentero verla desbocarse y ver como era sacudida por las sensaciones que me daba casi vergüenza interrumpir su placer con mi deseo.
Era, probablemente, el único sobrio de sexo, y que desde esa quietud era capaz de disfrutar simplemente viendo como tantos placeres se convertían en uno solo.
Hasta que una de esas manos me absorbió, y pasé a formar parte del todo. Mi polla fue acompañada hasta la boca de Sara que me acogió con tremenda intensidad, recorriendo mi miembro, engulliéndolo, devorándolo, sin dejar que su lujuria se reflejase en sus ojos y se adentrase en los mios. La embestidas de su desconocido amante se reflejaban en mi polla, el deseo del joven traspasaba a Sara y llegaba hasta mi.
Las manos incrementaron su ritmo, el joven incrementó su ritmo. Sara era poseída por todas y cada una de ellas, y yo, simplemente me dejaba llevar por ese carrusel del sexo.
No podía más, estaba fuera de control , mi polla estaba a punto de reventar e intenté salir de su boca, pero Sara al percatarse me aprisionó, me succionó con más intensidad y deseo, convirtiendo lo irremediable en certero, llenando su boca con mis jugos mientras ella era sacudida por un brutal orgasmo fruto de las manos, la polla que la penetraba sin perdón, y el verse expuesta como una reina abusada por su corte entera. Gemidos se mezclaron con jugos, orgasmos con suspiros y placer con lujuria, convirtiéndonos en fichas de dominó que vuelcan las unas a las otras, hasta dejar a toda la corte rendida y postrada a sus pies. Si quieres leer más relatos de nuestro autor, entra en su blog :   http://cajadevelour.blogspot.com.es/

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