FONTANERO DESNUDO, por Valeria

“Valeria”, me llamó mi chico desde la ducha con voz pesada.

“Dime”, entré pensando que se le habría acabado algún champú.

“Traeme la caja de herramientas y cierra la llave de paso”, dijo resignado. “Se está cortando el agua caliente, va y viene…, pero la bombona es nueva y el termo está bien, es aquí…”

Corrí apresurada a hacer lo que me había pedido, rezando para que no fuera nada grave y saliera todo a la primera, fuese lo que fuese. Cerré la llave que estaba debajo del fregadero y cogí la cajita metálica guardada allí debajo, por falta de espacio, con lo justo y que mi chico consideraba imprescindible para una casa.

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Volví sobre mis pasos, atravesando la sala y recorriendo el pasillo hasta el baño, del que ya no salía vapor de agua y en el que mi chico, empapado y medio enjabonado, esperaba pacientemente.

“Creo que hay algo bloqueando…”, dijo desde que me vió entrar, cogiendo la caja y buscando una llave. Cerré la puerta para que no le diera frío y me dediqué a observar sus movimientos. No tuvo ninguna dificultad en aflojar las tuercas y quitar el grifo, sonriendo al mirar su interior, “Mira la cal acumulada…”, dijo enseñándome el contenido.

“Bueno, menos mal que solo es eso…”, respiré aliviada de no tener que esperar a que viniera el dueño para poder hacer un arreglo.

Deshizo  el tapón formado con alambre, rompiendo las escamas, que caían a sus pies fulminadas. Mientras se afanaba en limpiar la boquilla, vi como se marcaban los músculos de su cuerpo desnudo mientras la espuma resbalaba por su piel, descubriendo partes antes camufladas bajo su blanco manto, calentando la inverosímil situación.

fontanero desnudo 2

“Ya”, dijo enrollando el teflón y apretando el grifo de nuevo en su posición, “Abre a ver si quedó bien”, me dijo con voz cariñosa. Mi mente no paró de repetirme las imágenes recién vividas en mi trayecto de ida y vuelta hasta la cocina, riéndome de tener en casa un fontanero desnudo.

No le di tiempo a que se secara. Según salió de la ducha me abalancé sobre él sin darle tiempo a que cogiera la toalla, haciendo que olvidara la tensión del trabajo y despertando las ganas.

Mi inesperado fontanero desnudo no se resistió a mis besos y sus brazos me rodearon con fuerza empapando mi camisón. El agua de su fleco chorreaba por mi cara y mis manos recorrían su pelo y su cuello todavía humeante del agua hirviendo.

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Su erección creció en un momento, haciendo fuerza contra mi pierna y provocando mi gemido de excitación previa. Cuando iba a agarrarlo, mi chico paró de besarme y se agachó a tirar de mis braguitas, observando de cuclillas la imagen de mis labios húmedos esperándolo mientras yo atinaba a tirar del camisón para quedar desnuda ante él.

Retrocedí para apoyarme en el lavabo, haciendo que me siguiera a gatas, con la mirada fija en el hueco entre mis piernas, viendo mis labios moverse con mis pasos hasta que paré y su boca se pegó a ellos y su lengua los saboreó a la vez que su mano empezaba a subir y bajar con fuerza su propia piel de la excitación.

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Se incorporó con la mirada llena de deseo y me agarró una pierna por la corva, dejando acceso completo a mi jugosa carne mientras yo me relamía expectante, dejándome hacer, disfrutando de la imagen de su pene acercarse, notando la presión entre mis labios y el aire escaparse de mi boca al primer empujón, jadeando cada embestida con pasión, derritiéndome entre sus brazos mojados y él entre mis piernas empapadas.

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