REGALO SORPRESA, por Valeria

Desde hace días tenía pensado hacer un desayuno especial. Había comprado croissants, huevos, bacon y me levanté temprano para preparar una ensalada de frutas. Mi chico se despertó hipnotizado por el rico olor y una vez preparado todo, lo disfrutamos en la sala, viendo una de nuestras series favoritas.

No eran las diez de la mañana cuando sonó el portero. Era un repartidor con una entrega. Mi chico dio un brinco diciendo. “Te compré una cosita, siéntate y termina de desayunar en lo que lo recojo”. Me terminé el café emocionada por mi regalito sorpresa. Mi chico es muy detallista y siempre busca la manera de sorprenderme. Después de firmar y despedir al chico, se acercó, paquete en mano, sonriendo. “Seguro que te gusta”. Abrí la caja de cartón marrón para descubrir otra en un violeta brillante con la foto de un consolador.

regalo sorpresa 1

Lo miré con cara de sorpresa. “Nunca has tenido ninguno y pensé que te gustaría”. No sabía qué decir y continué abriendo la segunda caja con manos temblorosas. Cuando llegué a él lo cogí para inspeccionarlo. Era metálico, de línea recta, sencillo, elegante  y estaba muy frío. Mi chico me lo quitó de las manos para poner la pila que traía en la caja y una vez puesta, lo encendió y sin mediar palabra lo posó en mi rodilla. Vibraba con fuerza. Lo empezó a subir por mi pierna desnuda sin que el corto camisón le molestara. Notaba que se me aceleraba la respiración. Mi chico me subió la pierna al sillón cogiéndome suavemente por la rodilla y apartó un poco mis braguitas dejando mi chochito al descubierto, listo para la acción. En su pantalón de pijama se veía desde hacía rato su erección en forma de tienda de campaña, con la puntita un poco mojada. Gemí desde el primer momento que el consolador tocó mi clítoris. Mi chico lo movió más abajo para que se mojara de mi flujo y volvió a buscar el clítoris mientras yo miraba extasiada.

regalo sorpresa 2

Siguió así, llegando a meterlo, suave y liso, hasta que en pocos minutos y entre gemidos llegué a un orgasmo rápido y descomunal. Mi chico me miraba temblar con la otra mano en su entrepierna y esperó a que terminara para sacarlo de mi chochito y saborearlo. Sin dejar que me recuperara pegó sus labios y chupó con fuerza mi clítoris, metiendo el consolador de nuevo en mi chochito todavía espásmico. Lo lamió en su totalidad, recorriendo los pliegues, los labios, haciéndome gritar mientras aquello vibraba dentro de mi. El segundo orgasmo no tardó en llegar, tras el que dejó a un lado el consolador y trepó por mi cuerpo bajando su pantalón y dejando libre su pene erecto, tan grande, tan fuerte, tan duro. Me besó posando el glande en la entrada de mi chochito, empujando lentamente, disfrutando cada milímetro de la piel mojada y caliente, y saliendo después para repetir una y otra vez ese movimiento tan placentero, aumentando la velocidad, haciéndome gritar, gritando él, hasta corrernos los dos con fuerza.

“Acerté con el regalo, ¿verdad?”, asintió en un susurro con la respiración entrecortada.

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