Entramos en casa riendo a carcajadas aunque no recuerdo bien el chiste que las provocó. Lo que sí recuerdo era la luz en los ojos de Sandra y en los míos, y el ligero abultamiento en el bañador de mi chico, el cual no pudo ocultar, pues, lo que más le gusta es verme sonreír.
Me acerqué y le di un beso en la comisura de los labios. Sabía apeteciblemente salado y yo tenía ganas de un tentempié desde hacía rato. Mis dedos buscaron debajo de la camiseta el caminito de vello que baja por su ombligo y jugaron en el borde del bañador terminando de provocar que el ligero abultamiento se convirtiera en abultamiento completo.
Sandra se acercó confiada, desnudándose como si la ropa le quemara, tirando con desesperación de los lazos de su biquini, descubriendo su cuerpo con algún resto de arena. Mi chico tragó en seco rozando la cadera mientras miraba el cuerpo de ella con deseo, comiéndosela con la mirada, subiendo la mano por sus costillas hasta rozar el lateral de su pecho.
Sandra gimió viéndose el centro de atenciones al copiar yo los movimientos de mi chico, haciendo que se estremeciera y su labio se perdiera bajo su lengua. Su cuello aceptó mis besos de buen agrado, extendiéndose para darme mayor radio, mientras mis dedos iban ya ombligo abajo.
“Ahh…”, gimió al sentir la primera caricia sobre su clítoris, hinchado y expectante, y repitió el seductor quejido cuando me deslicé entre sus labios empapada en ella. “Siii…”, afirmó convencida del placer que sentía antes de que sus labios se entregaran a los de mi chico y sus lenguas se entrelazaran.
Su cuerpo se estremecía cada vez que mis dedos entraban y salían de su cuerpo ardiente, y yo sentía mi humedad propia inundando la braguita del biquini, convirtiendo mis labios en un gelatinoso postre.
Su orgasmo no tardó en llegar, aflojando sus piernas y sonrojando su piel al tiempo que estrangulaba mis dedos con la fuerza de las contracciones del placer, tan salado y gustoso como cuando la probé después.
Sin dejar que se relajara, mi chico se inclinó y rodeó los muslos temblorosos de Sandra que instintivamente se agarró a su cuello y se dejó coger, rodeando su cintura con la piernas y mojando su bañador con la humedad que todavía manaba de entre sus piernas.
Lo seguí rumbo al dormitorio saboreando mis dedos como degustación del menú que me esperaba, que mi chico me iba a preparar sobre la cama al dejarla allí tendida y sonriente, con las piernas tan abiertas como las traía.
Nos empezamos a desvestir nosotros también, descubriendo él su enorme erección y yo mis labios relucientes. Mi chico empezó entonces a masajearse en lo que yo me inclinaba a probar el manjar de Sandra, fresco y jugoso, mirando de reojo cómo zarandeaba la excitación en su mano, con golpes fuertes y decisivos.
Mi lengua notó al instante el toque de agua salada al rozar su clítoris y al rodearlo entre mis labios succionando y chupando el sabroso objeto de gemidos que hacía que la espalda de su dueña se curvara y sus manos agarraran con deseo sus propios pechos.
Noté las manos de mi chico acariciando mis nalgas hasta colocarse en mis caderas mientras la suavidad de la punta de su miembro resbalaba en mí, untado en mis jugos, si que le costara o tuviera que hacer fuerza. Gemí un segundo para volver a comerme a Sandra, aprovechando entonces las delicadas embestidas de mi chico para sumergir mi lengua en ella y saborearla entera.
Noté mis pechos botar infinitas veces y la atmósfera caliente acariciarme sin descanso mientras intentaba acompañar los movimientos de mi chico con mi piel, apretando con fuerza para sentir la fricción y soltando cuando entraba para engullirlo del tirón.
“Ohh…, siii…”, exclamó Sandra derritiéndose en mi boca, acelerando mi pulso al sentir que también estaba a punto mientras tragaba su orgasmo, que salía a borbotones. Mi chico puso cuarta decidido, acelerando y golpeando fuerte, como tanto me gusta, provocando el delicioso orgasmo y viendo mi cuerpo arquearse a la vez que notaba salir a presión el suyo en un último gruñido.
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Muchas gracias!!!! Besitos!!!
Imposible no correrse también 😉 jeje Saludos!